Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a Betania, y se estuvo allí. Y por la mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo un árbol de higuera junto al camino, se acercó a ella; y no hallando en ella sino hojas solamente, le dijo: "Nunca jamás nazca fruto de ti". Y se secó al punto la higuera. Y viéndolo los discípulos, se maravillaron, y decían: "¿Cómo se secó al instante?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "En verdad os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no tan solamente haréis esto de la higuera, mas aun si dijereis a este monte: Quítate y échate en la mar, será hecho. Y todas las cosas que pidiereis en la oración, creyendo, las tendréis". (vv. 17-22)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Se puede vencer mejor la malicia de los hombres cediendo que contestando. Porque la malicia no escucha razones, sino que se excita con ellas y, por lo tanto, el Señor se propuso vencer la de aquellos, separándose, y no reprimirla, respondiendo. Por esto dice: "Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a Betania", etc.
San Jerónimo
En esto debe comprenderse, que aunque el Señor era muy pobre, a nadie aduló para merecer un hospedaje en aquella gran ciudad, en donde no encontró habitación donde descansar. Sin embargo, la encontró en un pueblo pequeño, en donde habitaban Lázaro y sus hermanas. Este pueblecito se llamaba Betania. Por esto sigue: "Y se estuvo allí".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Con el fin de permanecer corporalmente en donde descansaba espiritualmente, porque es propio de los buenos no gozar en donde hay grandes convites sino en donde brilla la santidad.
San Jerónimo
Habiendo desaparecido las tinieblas de la noche, el Señor tuvo hambre cuando se volvía a la ciudad. Por esto sigue: "Y por la mañana, cuando volvió a la ciudad, tuvo hambre"; manifestando la realidad de su carne humana.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Siempre que Jesús concede a la carne sufrir lo que es propio de ella, da a conocer que padece.
Rábano
Observa en esto también, el mayor afecto del que trabaja con afán, cuando se dice que volvió a la ciudad por la mañana para predicar y para conseguir la conversión de alguno de ellos hacia el Señor, su Padre.
San Jerónimo
El Señor, como había de padecer en medio de los pueblos y tomar sobre sí el escándalo de la Cruz, quiso confirmar sus ánimos por medio de un milagro. Por esto sigue: "Y viendo un árbol de higuera junto al camino, se acercó a él", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2
No vino a la higuera porque tuviera hambre, sino por sus discípulos. Porque en todas partes hacía bien y en ninguna mortificaba a nadie y conviniendo, por lo tanto, dar a conocer su poder de castigar, no quiso, sin embargo, demostrarlo en los hombres sino en la higuera.
San Hilario, in Matthaeum, 21
En esto encontramos una prueba de la bondad de Jesucristo. Porque cuando quiso demostrar que se preocupaba de concedernos la salvación por sí mismo, ejerció su poderío sobre los cuerpos de los hombres recomendando la confianza en lo que después había de suceder y la salvación del alma que estaba enferma por los cuidados de la vida presente. Pero ahora que va a establecer la manera con que tratará a los contumaces, lo da a conocer por el futuro perjuicio del árbol. Por esto sigue: "Y le dijo: nunca jamás nazca fruto de ti".
San Jerónimo
Esto es, en esta vida, porque el término griego aiwna significa una y otra cosa expresándolo del mismo modo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1
Sospecharon sus discípulos que aquella higuera había sido maldecida porque no tenía frutos. ¿Pues por qué fue maldecida? En beneficio de sus discípulos, para que aprendan que el Salvador podía matar a todos los que le crucificaron. Por esto sigue: "Y se secó la higuera inmediatamente". Y por lo tanto, no hizo este milagro en otra planta, sino en ésta que es la más húmeda, para que de este modo fuera más patente el milagro. Y cuando acontecen cosas semejantes en las plantas o en los animales, no preguntes la razón por la que se ha secado la higuera, no siendo su tiempo -pues el indagar esto es la mayor locura, porque en tales casos no se encuentra culpa ni pena-, sino ve el milagro, y admira a su autor. Por esto sigue: "Y viéndolo los discípulos, se maravillaron", etc.
Glosa
El Creador no es injusto contra el que posee una cosa, sino que el derecho de la creatura es cambiado para bien de los demás.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2
Y para que comprendas que el milagro se hizo por ellos -esto es, para robustecer su confianza-, oye lo que dice a continuación. Prosigue, pues: "Y respondiendo Jesús les dijo: En verdad os digo", etc.
San Jerónimo
Los perros de los gentiles ladran contra nosotros asegurando que los apóstoles no tenían fe porque no pudieron trasladar los montes. A ellos responderemos que Jesucristo hizo muchos milagros que no se han escrito. Por lo tanto, creemos que hicieron esto los apóstoles y que no se escribió, con el fin de no dar ocasión a los infieles para que lo contradijesen. Y si no, preguntémosles si creen en estos milagros que se refieren por escrito o no, y viendo que no creen, por consecuencia les probaremos que no habían de creer en milagros mayores los que no creen en los menores.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2
Esto que dice el Señor lo refiere a la oración y a la fe. Y por esto añade: "Y todas las cosas que pidiereis en la oración", etc.
Orígenes
Los discípulos de Jesucristo no piden lo que no conviene, y como creen en su divino maestro, no piden más que cosas grandes y espirituales.
Rábano
Cuando no somos oídos al pedir alguna cosa es porque pedimos algo contrario a nuestra salvación; o también porque lo impide la malicia de aquellos por quienes pedimos, o que se dilata la concesión de la gracia pedida para que crezcan los deseos y se reciba con más interés el bien que se pide.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,68
También debe observarse que los discípulos se admiraron de que la higuera se secara, y que el Señor les respondió lo que se ha dicho de la fe, aunque esto no sucedió en el segundo día después que Jesucristo maldijo el árbol, sino en el tercero, como dijo San Marcos. Este evangelista dice que los que vendían fueron arrojados del templo en el día segundo porque no había dicho que esto sucedió en el día primero. Y añade que en el mismo segundo día, cuando hubo pasado la tarde, salió de la ciudad, y que cuando vinieron a la mañana siguiente fue cuando vieron que la higuera se había secado. San Mateo se expresa en estos términos, como si todo se hubiese verificado en el segundo día. Por esto se comprende que diciendo San Mateo que se secó la higuera, inmediatamente, pasando en silencio lo demás que pertenece al segundo día y añadió enseguida: "Y como lo viesen los discípulos se admiraron". Y así se entiende cómo el Señor vio la higuera en un día y se admiraron los discípulos en otro. Se conoce pues, que no se secó en seguida, cuando la vieron seca, sino después que fue maldecida. Por lo tanto no la vieron cuando empezaba a secarse, sino cuando estaba seca del todo, y por lo tanto comprendieron que se había secado en seguida que Jesucristo pronunció aquellas palabras.
Orígenes, homilia 16 in Matthaeum
En sentido espiritual, dejando el Señor a los príncipes y a los escribas, salió fuera de la Jerusalén terrena, que poco después quedó destruida. Vino, pues, a Betania, o sea a la casa de la obediencia -esto es, a la Iglesia-, en donde, después de haberla cimentado, descansó. Volvió luego a la ciudad que había dejado poco antes; y cuando volvía tuvo hambre.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
Si hubiese tenido hambre como hombre, de alimento material nunca la hubiese tenido al amanecer. Pero tiene hambre por la mañana, el que desea la salvación de los demás.
San Jerónimo
El árbol que encontró en el camino, entendemos que fue la sinagoga que estaba junto al camino porque poseía la ley, y sin embargo, no creía en el camino, esto es, en Jesucristo.
San Hilario, in Matthaeum, 21
La higuera se compara con un árbol, porque los primeros que creyeron de Israel fueron los apóstoles, y como los higos sin madurar, precedieron a los demás en la gloria y en el tiempo de la resurrección.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
El higo, por la multitud de sus granos reunidos dentro de una misma corteza, representa la reunión de muchos fieles. Jesús no encuentra en ella más que hojas, esto es tradiciones farisaicas y jactancia de la ley sin frutos de verdad.
Orígenes, homilia 16 in Matthaeum
Y como aquel árbol era quien tenía alma en sentido figurado, le dice como si oyera: "Nunca jamás nazca fruto de ti". Y por lo tanto indica que la sinagoga de los judíos es infructuosa y que esto había de suceder hasta el fin del mundo, después que haya entrado en la Iglesia la multitud de todas las gentes. Y la higuera se secó cuando aún Jesucristo andaba por este mundo y habiendo visto los discípulos con los ojos espirituales el misterio de la fe seca, se admiraron. Pero los discípulos de Jesucristo y los fieles que no dudan, abandonándola, dejan que se acabe de secar, porque la virtud vivificadora, salió de ellos y pasó a los gentiles. Pero cada uno de aquéllos que son llamados a la fe toma aquel monte enemigo y lo arroja al mar, esto es, al abismo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
Al mar, esto es, a este mundo tumultuoso, en donde subsisten las aguas saladas, esto es, los pueblos malvados.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,29
El siervo de Dios debe decir esto respecto del monte de la soberbia, para rechazarla lejos de sí. Y como el Evangelio había de ser predicado por ellos, el mismo Señor (que es apellidado monte por los judíos) es arrojado a los gentiles como a un mar.
Orígenes, homilia 16 in Matthaeum
Todo el que obedece a la palabra de Dios es como Betania y Jesucristo descansa en él. En cambio, se mantiene lejos de los malos y pecadores. Y cuando estuviere entre los justos, entonces estará en ellos, a la espalda de ellos, y con ellos. No en vano, abandonando el Señor Betania, vino a la ciudad. El Señor tiene hambre siempre de los justos, deseando comer el fruto del Espíritu Santo en ellos, como son la caridad, el gozo y la paz. Estaba junto al camino esta higuera, pero solamente tenía hojas y no daba frutos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39
Esto es, junto al mundo, porque si el hombre vive junto al mundo no puede dar de sí fruto de santidad.
Orígenes, homilia 16 in Matthaeum
Y si el Señor viniere en medio de las tentaciones, buscando el fruto de alguien, y lo encontrare sin fruto de santidad sino sólo con la mera profesión de su fe, que es como las hojas sin frutos, se seca inmediatamente, perdiendo hasta la apariencia de fiel. Pero cada uno de sus discípulos hace que se seque la higuera, haciéndola aparecer vacía delante de Jesucristo. Como dijo San Pedro a Simón Mago: "Tu corazón no es recto delante de Dios" ( Hch 8,21). Mejor es, por lo tanto, que una higuera engañosa -que aparece como viva y no da fruto- sea secada por la predicación de los discípulos de Jesucristo y sea descubierta, que el robar por engaño los corazones de los inocentes. Hay, pues, en cada uno de los infieles un monte según la elevación de su infidelidad, que es destruido por la predicación de los discípulos de Jesucristo.