"¿Habéis entendido todas estas cosas?" Ellos dijeron: "sí". Y les dijo: "Por eso todo escriba instruido en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas". (vv. 51-52)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 47,2
Después de haberse retirado las gentes, habla el Señor a sus discípulos en parábolas, de las que habían adquirido conocimientos suficientes para comprender lo que El les decía. Por eso les pregunta: "¿Habéis entendido todas estas cosas?" Y ellos dijeron: "Sí".
San Jerónimo
Este discurso es propiamente para los Apóstoles, a quienes el Señor exige no sólo el que oigan lo que El dice a los pueblos, sino que lo comprendan de manera que puedan enseñarlo a los pueblos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 47,2
En seguida los alaba el Señor porque le han comprendido y por eso dice: "Todo escriba saca de un tesoro cosas nuevas y viejas", etc.
San Agustín, de civitate Dei, 20,4
Y no dijo el Señor cosas viejas y nuevas, cosa que indudablemente hubiera dicho si hubiera preferido el orden de los tiempos al de los méritos. Los maniqueos, que pretenden admitir sólo las nuevas promesas de Dios, permanecen como enclavados en los antiguos errores carnales, e introducen un nuevo error.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,16
Yo no sé si el Señor quiso en este pasaje sacar la conclusión de lo que dijo antes sobre el tesoro escondido en el campo (porque bajo el nombre de Escrituras Santas están comprendidos el Nuevo y Antiguo Testamento), o si quiso dar a entender que debe tenerse por docto en la Iglesia a aquel que comprende las Antiguas Escrituras explicadas por parábolas, a fin de que en Aquel que aún habla por parábolas, todas las cosas de la Escritura reciban su cumplimiento y manifestación hasta que por su pasión rompa el velo (porque nada hay oculto que no sea revelado) y conozcamos mejor todas aquellas cosas que desde tanto tiempo están escritas de El, y envueltas en parábolas, que los judíos toman a la letra, y pretenden ser sabios en el reino de los cielos.
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 11
Si por cosas nuevas y viejas se entiende, como quieren algunos, los dos Testamentos, es preciso negar que fue docto Abraham, quien, aunque conoció los hechos del Nuevo y Antiguo Testamento, sin embargo, no supo expresarlo. Tampoco podemos comparar a Moisés con el docto padre de familia, porque, aunque él enseñó el Antiguo Testamento, nada dijo del Nuevo. Pero las palabras del Señor deben aplicarse, no a ellos, sino a los que pertenecerán a la Iglesia. Estos sacan de su tesoro las cosas nuevas y antiguas cuando por sus costumbres y sus palabras predican los dos Testamentos.
San Hilario, in Matthaeum, 13
Habla el Señor aquí a sus discípulos y los llama escribas a causa de su saber, porque comprendieron lo que El dijo sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, esto es, sobre el Evangelio y sobre la ley, pues los dos pertenecen al mismo padre de familias y los dos forman un sólo tesoro; bajo el nombre de padre de familias compara a sus discípulos con El mismo, porque han encontrado en ellos las doctrinas de las cosas antiguas y nuevas en el Espíritu Santo.
San Jerónimo
O también llama escribas a los Apóstoles, porque eran como notarios del Salvador y escribían sus palabras y sus preceptos sobre las tablas de carne del corazón humano ( 2Cor 3) mediante los sacramentos del reino de los cielos, y gozaban de las riquezas del padre de familias y sacaban del tesoro de su ciencia las cosas nuevas y antiguas, de suerte que comprobaban cuanto predicaban en el Evangelio con citas de la ley y de los profetas. Por eso dice también la esposa en el Cantar de los Cantares: "Te he reservado para ti, amado mío, las cosas nuevas juntamente con las antiguas" ( Cant 7,13).
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 11
O de otra manera, la cosa antigua es el género humano pereciendo por su culpa en el suplicio eterno; y la nueva es el que vive en el reino después de convertido. Primeramente nos propuso como figura del reino el tesoro hallado y la perla preciosa. Después nos ha dicho las penas del infierno y el fuego que sufrirán los malvados, y por vía de conclusión añade: "Por eso el escriba sabio saca de su tesoro las cosas nuevas y antiguas", etc., como si dijera: Aquél es en la Santa Iglesia predicador sabio, que sabe sacar de la suavidad del reino las cosas nuevas, y decir por el terror del castigo las cosas antiguas, a fin de aterrar con los castigos a aquellos a quienes no convencen los premios.