Tres de Camus

Infancia pobre. Tenía vergüenza de mi pobreza y de mi familia. Y si hoy puedo hablar de ello con sencillez es porque ya no me avergüenza aquella vergüenza, no me desprecio por haberla sentido… Ahora sé que habría necesitado un corazón de una pureza heroica y excepcional para no sufrir cuando leía en la cara de un amigo más rico la sorpresa que no acertaba a disimular al conocer la casa donde yo vivía. Sí, me sentía mortificado, como cualquier persona vulgar. Y hasta los 25 años soporté con rabia y vergüenza el recuerdo de aquella mortificación mía, porque no quería creerme una persona vulgar. Hoy, en cambio, sé que lo soy, y como ya no me importa poco ni mucho, me preocupo por otras cosas.

El mundo absurdo no admite sino una justificación estética.

Cuando se ha visto una sola vez el resplandor de la dicha en el rostro de un ser querido, se sabe que para el hombre no puede haber otra vocación que la de suscitar esta luz en los rostros que lo rodean. Y desgarra pensar cuánta desdicha y cuánta oscuridad proyectamos, por el solo hecho de vivir, en los corazones que encontramos.


A. CamusCarnets – 1943

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.