Dos optimismos infundados

Misa dominical: en el momento de la homilía el cura nos pide que llenemos una encuesta anónima sobre la vida parroquial… Son dos largas páginas de preguntas, con opciones para responder. La idea no me resulta muy bien, pero tampoco muy mal; las preguntas, lo mismo, pero agarro la lapicera y marco casilleros. La mayoría de las respuestas (exceptuando las preguntas ininteligibles) me parecen cubrir pasablemente el rango esperable. Salvo una:

«¿Cuánto lo ayuda la música a participar de la misa?».

Opciones : «Casi nada – Poco – Bastante – Mucho».

Eso es todo. Se ve que el rango de valores positivos les pareció suficiente. Quizás todavía en mi parroquia no conocen la existencia del cero («Nada») y de los números negativos («Un poco menos que nada» «Mucho menos que nada» «Me asaltan tentaciones de romperle la guitarra en la cabeza al gordito entusiasta de barba candado»). O a lo mejor es que son optimistas, nomás.

Otro optimismo infundado. Hace muchos años, cuando ni existía Internet, aprendí, como casi todos los investigadores en matemáticas y afines, a usar LaTeX, un lenguaje de programación para editar fórmulas matemáticas, muy popular en ese mundo. Leí que se llamaba así porque había sido creado, sobre la base de TeX (otro sistema previo, más ‘bajo nivel’), por una tal Leslie Lamport… y me gustó saberlo. Saben, en ese ambiente nuestro (matemáticos, ingenieros, programadores, etc) las mujeres no abundan – y menos las que llegan a poner nombres a lenguajes, teoremas o polinomios.

Y pueden decir lo que quieran de nuestra cultura machista, y de esto y lo otro; no sé, en eso no meto. Lo que no pueden decir es que a los nerds no nos gusten las nerds. Al contrario: en mi caso (y no creo ser atípico -vieron «Lluvia de hamburguesas»?) descubrir esa inclinación y esa inteligencia en una mujer tenía (bueh… tiene) un poder seductor muy fuerte – aun cuando uno no estime mucho el valor de esa inteligencia para las cosas que importan. Nos fascina y nos alegra descubrir una de esas flores solitarias que embellecen el paisaje. Es bastante idiota esto que estoy diciendo, ya sé; pero a esos niveles de conciencia (primer o segundo subsuelo) somos bastante idiotas – los ingenieros, al menos.

Bueno, no les diré que esta Leslie Lamport (de la que sólo conocía el nombre) era una de estas flores solitarias para mí. Peeero… algo de aquella alegría debía resonar en mí cuando el dato me cruzaba por la cabeza: LaTeX, creado por Leslie Lamport; bien por Leslie, sola entre tantos nerds desprolijos y sin afeitar. Pero medio inconciente, y muy esporádicamente. Y de hecho, recién estos días se me ocurrió que podía buscarla en la web. Enseguida, casi sin pensar, escribí el nombre en Google. Creo que fue en el instante que apreté ‘Buscar‘ que mi cerebro se puso en marcha, rebuscando argumentos para destruir cualquier posible vestigio de ilusión adolescente: las nerds no suelen ser más lindas ni más femeninas que el promedio… acordate que ella ya sería grande cuando vos eras joven…

Pero… vieron qué rápido anda Internet ahora: Google fue más rápido.

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.