Sueltos

«Presencia Cristiana», leí… distraído, desde el colectivo, en un cartel mural. Y seguido, en tipografía más grande: «Fernández de Kirchner»… mmm… ¿leí bien…? Ah, casi, casi.
Un Fra Angélico con fondo de Riachuelo.
Los afortunados habitantes de Madrid, Barcelona y alrededores, pueden ver este viernes Totoro en pantalla grande.
Otro hilo recomendable en ETF sobre formas de leer la Biblia. Es una pena que el único ámbito de discusión católico en español valioso que conozco (mérito de Abel y compañía) sea tan ingrato para navegar.
Señalaba recién una manera de leer estos «tres criterios de la Biblia como Palabra de Dios» en la dirección de lo que está tratando de pensar el discurso del Papa, que se dirige en ese momento a gente que no necesita ser convencida del carácter humano de la Biblia. Pero el creyente de a pie está, lamentablemente y por defecto de la enseñanza católica concreta, a más o menos 70 años atrás -los más avanzados- del estado actual del magisterio bíblico de la Iglesia. Basta recorrer el deprimente panorama de los «sitios católicos» para comprobar hasta qué punto lo poco que se habla de la Biblia copia y recopia afirmaciones dudosas, en el mejor de los casos, y en el normal, completamente perimidas y que ya nadie en el campo del estudio serio de la Biblia afirmaría. (*)
Se habla poco y mal, sí; a mí me asombra especialmente lo poco. Si les digo que en los blogs católicos, por cada cien entradas dedicadas a tirar palos a los despropósitos litúrgicos, los teólogos progresistas, el «lobby gay» y los abortistas … si les digo por cada cien de esas entradas se puede encontrar una dedicada a preguntarse qué nos dice tal pasaje de la Biblia… exagero: hay menos que eso.
«El sufrimiento de la gente nos destroza de una manera que no ocurría en una época más saludable», comenta en una carta, algo acremente, Flannery O’Connor. No estoy seguro de si se entenderá, así fuera de contexto, y no estoy seguro de entenderlo yo. Pero creo que, de la mano con otra cita más conocida (algo como que «Lo que hemos ganado en sensibilidad lo hemos perdido en visión»), es este un tema clave. A ampliar.
La Milonga que peina canas no es gran cosa, pero (aparte de la simpática compadrada de meter, entre el montón de nombres de caballos, a «Ix» al final de un verso, y hacerlo rimar con «feliz»), me gusta cómo cerró la última estrofa.
Milonga que peina canas
y estás llorando de pena1
porque Argentino Gigena2
se fue sin decirte adiós…
nosotros también, milonga,
pensando en tiempos remotos,
con muchos boletos rotos,3
tendremos que ver si hay Dios.



1. Inconsistencia entre la segunda y tercera persona, no sé cuál es la correcta, pero la prefiero así.
2. Un jockey que murió en una rodada, a principios de 1900.
3. Se entiende (¿argentinismo?) que los boletos rotos son de las apuestas perdidas.

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