Me pregunto si aquella prevención contra
el afán de procurarse los mejores asientos
en el banquete (el lugar más honorable;
y por lo mismo, el lugar que procura las vecindades
más gratificantes; el lugar donde se lo pasa bien)
no podría aplicársela la cristiandad (o la Iglesia)
a sí misma.
Y acaso también aquel dicho de «quien quiera
salvar su vida la perderá»; y tantos otros…
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