Se me olvidó que me olvidé

Ya van más de cinco años con esto del blog. Una demasía, por donde se mire. Hoy como ayer, cada tanto se me caen un poco las alas, y me pregunto si no es hora de cortar. Hoy como ayer, sigo (o corto por poco tiempo). Tal vez lo que más convence de seguir es la ilusión de tener algo más que decir; o para decirlo con menos retórica: algunos posts que todavía proyecto escribir, sobre temas determinados, que sólo son borradores mentales, desde hace mucho… Algún día voy a bajar eso al blog, pienso. Y varias veces me ha pasado, pispeando (con la vergüenza de rigor) las entradas antiguas, encontrar que ese asuntito que creía tener en reserva para algún futuro brillante post… ya lo he dicho. Algo deprimente, les garanto. Hoy veo que Podeti tiene un temita parecido; no estoy seguro de que sea suficiente consuelo, pero es algo.

Miren -como diría el susodicho- un nuevo serial en Disputations de Monseñor Reeves and the Motu Proprio That Binds. Sólo para entendidos.

Y un comentario de Abel (ETF), a propósito de ciertos anti-cristianos onda Richard Dawkins, y la cristiandad contemporánea. No estoy seguro de estar completamente de acuerdo (menos seguro estoy de lo contrario), pero en todo caso, la verdad es que últimamente no suelen interesarme mucho los comentarios con los que estoy seguro de estar de acuerdo -o no.

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.